sábado, 1 de marzo de 2008

Chacona. L. S. Bach


Partita para violín nº 2 en re menor, BWV 1004, es el nombre de la obra a la que pertenece esta Chacona compuesto por Bach.
Johan Sebastian Bach vivió en Alemania de 1685 a 1750. Se le considera la cumbre de la música barroca

La partita para violín nº 2 se desarrolla en cinco partes:

1. Allemande
2. Courante
3. Zarabanda
4. Giga
5. Chacona

De todas las secciones, destaca la chacona final, esta chacona es una de las cimas del repertorio para violín, dado que cubre todos los aspectos de la técnica violinística conocidos en la época, siendo una de las piezas de más difícil interpretación compuestas para el instrumento.

Ha sido objeto de numerosas transcripciones, especialmente para piano (Ferruccio Busoni) y piano tocado sólo con la mano izquierda (Brahms), y también para guitarra (Andrés Segovia). Se han hecho también transcripciones para órgano y para orquesta completa (en una famosa grabación de 1930 debida a Leopold Stokowski), así como para fagot (Arthur Weisberg).

De esta pieza, llegó a decir Brahms:
La chacona BWV 1004 es en mi opinión una de las más maravillosas y misteriosas obras de la historia de la música. Adaptando la técnica a un pequeño instrumento, un hombre describe un completo mundo con los pensamientos más profundos y los sentimientos más poderosos. Si yo pudiese imaginarme a mí mismo escribiendo, o incluso concibiendo tal obra, estoy seguro de que la excitación extrema y la tensión emocional me volverían loco.

Se cuenta esta historia sobre la composición de la partita por Bach:

Vivía en la ciudad de Cöthen, al Noroeste de Alemania, la luterana familia de Juan Sebastián y María Bárbara, hija de Johann Michael, primo segundo de éste, y quien había dado a luz a siete niños de los cuales cuatro habían sobrevivido a la alta mortalidad infantil de la época.
The pricely residence of Cöthen - Engraving, from Merian 1650
Sucedió que al regresar de una travesía con la corte del príncipe Leopold, se encontró Sebastián con la terrible noticia. No solo su querida esposa, mujer dotada de una maravillosa sensibilidad por la música, en quien hallaba una excelente colaboradora y compañera, se había enfermado, y no solo había muerto en su ausencia sin que él se enterase (los medios de comunicación evidentemente no funcionaban de la globalizada manera a la que estamos hoy acostumbrados), sino que había sido enterrada y jamás tendría la posibilidad siquiera de despedirse de ella.
Es en esta ocasión, cuando desde quien sabe qué recóndito suburbio de su espíritu creador, compuso su maravillosa chacona en re menor para violín solo, un pequeño instrumento melódico, y del que aun hoy no podemos entender cómo arrancó aquellos sonidos inefables, que sacuden y asombran hasta al más insensible.